sábado, 5 de abril de 2014

Dani Martín: «De cero» (sábado, 5 de octubre de 2013)



            Hace tiempo que no me sucedía algo así: sorprenderme a mí mismo buscando una canción en el dial. Esa canción que compendiara una historia de amor y que tuviese el poder (con sólo oír su melodía) de resucitarlo. Heme aquí, como el ladrón que gira con delicadeza insuperable la rueda de las emisoras, adivinando la combinación de aquella caja inexpugnable donde duerme mi alma mejor: la que amó, la que murió, la que volvió a amar tantas veces y tuvo que partir desnuda tantas otras…
            Y esa canción que hace el silencio a su alrededor (porque el silencio se detiene a escucharla) es De cero, de Dani Martín. Las adolescentes la corean, palpitantes, aleteantes, novísimas… ¡Se la saben de memoria! ¡Ellas, que aún no comprenden lo que dice de verdad esa canción porque apenas han tenido tiempo material de aprenderlo!
          Dani Martín ha conseguido esa cosa tan rara en la música pop: ese momento sublime que pone los pelos de punta, que nos rasga de arriba abajo el folio de la columna vertebral. A la altura de Jacques Brel, de Gainsbourg o de Springsteen… Y luego, no sé, medio saber o intuir que no se puede hacer algo tan bello si no nace del propio dolor. Y eso es el Arte.
A lo mejor me equivoco, pero este chico cazó un ángel, uno de los ángeles de mi misma ciudad, de mi Barrio de maravillas. Algo tendría si Patricia (Patricia Conde) le quiso. Pero luego la perdió. Como tiene que ser. Porque la vida nos enseña (con dolor, pero también con deslumbrante lección) cómo hemos de perder lo que amamos si queremos que dure para siempre.

Eduardo Fraile

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