jueves, 15 de mayo de 2014

«Esfuciar» (sábado, 3 de mayo de 2014)



           Decíamos ayer del aire glauco y oloroso de Valverde del Camino, aquellos meses en que pude haber sido feliz. Nadie es feliz en el presente, sino en el clausurado con espada de fuego, inexpugnable e irrecuperable pasado. Decíamos la luz alta y quizá rozando la escuadra del deslumbramiento, esa sorpresa de la luz, y algo que no dijimos y quiero decir hoy al recordar mi primera inmersión en ese maravilloso confín del sudoeste, donde los ríos son rojos y el lenguaje acogedor y acariciador y, a veces, también, incomprensible.
            Allí conocí lo que eran Ventas (donde Don Quijote viera siempre castillos) mucho mejor que en la Mancha, y esos cortijos diseminados por los olivares donde se podía desayunar tostadas que uno mismo doraba al fuego, o comer migas o caldereta de cabrito. Y allí aprendí a oír el andaluz, el habla andaluza de esa parte de Huelva, que es muy diferente de la sevillana o de la gaditana, o de la malacitana o de la jienense o de la granadina…
            Y por ponerles un ejemplo, yo ya iba deduciendo mis hallazgos, mis etimologías, acostumbrando el oído a aquella música profunda y espectacular, pero había un verbo sospechoso que se me escapaba, inasible como las truchas de cobre del Tinto y del Odiel. Y era el verbo ‘esfuciar’ o ‘exfuciar’, a saber, ellos lo pronunciaban muy enfáticos: effuciá, y como con hondo alivio, casi rozando el larguero del orgasmo, con lo que llegué a pensar seriamente en placeres, o en cosas deseadas y alcanzadas, o en deberes cumplidos.
            ¿Y qué significa eso de esfuciar, que os oigo decir tanto?
Le pregunté a uno de los zapateros artesanales que se hicieron famosos cuando los progres decidieron incluir en su uniforme los botos camperos.
Muy sencillo —me contestó Juan de Mena, catedrático y tajante, exacto como sus puntadas en el cuero de Aracena—: cuando tienes un arguero y lo aquellas, pues esfucias.
           
                                                               Eduardo Fraile

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