sábado, 28 de marzo de 2015

A lavar al río



Te veo ir a lavar al río, con la banca
y la tabla ondulada y un barreño de zinc lleno de ropa.
Te veo yendo al río conmigo de la mano
o llevándote el cantero de jabón
Lagarto, como esos que ahora me compro en los bazares de los chinos.
Te veo arrodillada, como orando a la corriente,
como rezándole al agua con las otras mujeres
de Castrodeza. Te veo unirte a ellas los veranos
cuando dejábamos Madrid (en Madrid había lavadoras,
hermosas lavadoras cilíndricas con tapa). Te veo retorcer,
aclarar, tender la ropa sobre los cardos de las eras
con delicadeza infinita. Te veo hacerte niña,
cuando lavabas en invierno con las manos llenas de sabañones,
llorando de dolor. Y te veo lavar en el río cantando,
cantándome una canción en la que había un castillo
cayéndose, y al que sostenían una pulga y un piojo.
Bueno, en realidad la letra decía ‘un piejo’:
El castillo de Torre se está cayendo
una pulga y un piejo le están teniendo…

Eduardo Fraile

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