Tu
descaro sonriente, tu sabiduría
y
esa naturalidad rayando casi en el escalofrío.
Cuando
te recuerdo me pongo a temblar (me echo a temblar,
mejor
dicho). Ojalá volvamos a vernos, ojalá me llames
a
ese teléfono que hay junto a mi firma.
(Ojalá
conserves el tacto de mis manos
en
las tuyas, ojalá mis palabras
no
hayan dejado de resonar en tu corazón: las tuyas
aún
me sobresaltan por la noche,
siempre
en mitad del mejor de los sueños.)
En
la memoria del Mundo, de esta pequeña parte,
de
esta minúscula neurona del Universo estelar, en el archivo
de
los instantes de luz novísima, de plenitud increada,
hay
uno por el que caminamos tú y yo…
Eduardo Fraile
No hay comentarios:
Publicar un comentario