sábado, 16 de abril de 2016

Natalia


Tu descaro sonriente, tu sabiduría
y esa naturalidad rayando casi en el escalofrío.
Cuando te recuerdo me pongo a temblar (me echo a temblar,
mejor dicho). Ojalá volvamos a vernos, ojalá me llames
a ese teléfono que hay junto a mi firma.
(Ojalá conserves el tacto de mis manos
en las tuyas, ojalá mis palabras
no hayan dejado de resonar en tu corazón: las tuyas
aún me sobresaltan por la noche,
siempre en mitad del mejor de los sueños.)
En la memoria del Mundo, de esta pequeña parte,
de esta minúscula neurona del Universo estelar, en el archivo
de los instantes de luz novísima, de plenitud increada,
hay uno por el que caminamos tú y yo…


Eduardo Fraile

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