sábado, 23 de julio de 2016

La celada de encaje

Imagino a Don Quijote mientras limpia las armas
tomadas por el moho y el orín, cómo intenta bruñir
(limpia, fija y da esplendor), con qué productos:
asperones, lejías, estropajos de estopa, piedra pómez,
aceite, vinagre y sal. El libro de Cervantes
nos da una imagen aplicada e industriosa
del Caballero: su creciente, emocionada, exaltada vocación
de salir (de salirse de sí) en busca de aventuras
con que lograr nombre y fama. Y le vemos
intentando construir una celada
con cartones y cinta verde, para aplicarla a su morrión
simple. Fracasa, recomienza, hace la prueba
de su bondad y de su idoneidad, y al cabo, así nos dice
Cervantes con suprema elegancia, la diputó
(y hoy nos parece más prenda interior
femenina, que indelicada pieza de armadura)
y tuvo por celada finísima de encaje.


Eduardo Fraile

No hay comentarios:

Publicar un comentario