Joder, qué huevos tienes, cabrón.
Qué pasa, que mi dinero no es lo suficientemente atractivo para ti, que me devuelves el cheque por correo en un
sobre de hilo desde Oahu, Hawái, con una nota manuscrita, pero no por ti, que
no das un palo al agua, sino por mi hija. O sea que ella sí te gusta, ladrón de
criaturas indefensas, corruptor de menores (que ya sé que ha cumplido 24 ahí,
en esa isla del demonio, pero es inocente como un ángel). Te mataré. Enviaré
sicarios a que te corten en folios, esos que no has escrito para mí. Que te
conviertan en resma y te impriman en una máquina de tipografía. Y no me creo
nada de lo que ella ha escrito detrás de la foto donde posáis los dos, que
seguro que la has obligado. Qué puede haber visto en ti, que podrías ser su
padre, o sea yo, santo Dios, ya no sé ni lo que digo. Y si al menos esto
hubiera servido para sacarte un original, todavía podría perdonarte… en fin, te
perdonaría a partir de la 6ª edición. Joder, joder. Me habían prevenido de que eras
un peligro, pero jamás hubiera creído que lo eras de verdad, tan educado, tan
etéreo, con esa voz… Claro, claro, pero es que no respetas nada, no tienes
moral. Si ya lo dice el refrán castellano: Donde
tengas la olla no metas la polla. Dios, como te pille te la cerceno con el
hocino de vendimiador. 500 folios, quiero 500 folios que sean pan de oro, o
eres hombre muerto. Y dile a esa perdida que asoma por detrás de tu hombro que
queda desheredada.
Eduardo Fraile
No hay comentarios:
Publicar un comentario