sábado, 25 de marzo de 2017

Me asomo a la ventana y pasa un ángel

          Este verso, que creo que es mío, de Teoría de la luz, da título a un libro (¿mío también?) que se presenta hoy, día de la Anunciación. Ese libro recoge buena parte de los textos de este blog, que comenzó siendo una columna en un periódico. Soy de la generación del papel, así que ver estos renglones volanderos de cada sábado impresos y encuadernados a la antigua usanza, los reviste de realidad incluso para mí, que soy su autor.
          Y se presenta ese libro en una sala que lleva también mi nombre, en el Colegio La Salle de Valladolid. Agradezco infinitamente a mi colegio que no haya esperado a hacerme ese regalo cuando suelen hacerse estas cosas en España, es decir, cuando el homenajeado ya no puede estar presente, por compromisos adquiridos con la muerte con anterioridad. Así que mi manera de corresponder es usarla, espero que bien, cuando tenga un libro que presentar.
         Este libro, este blog, esta columna, tratan un poco ─todo, en realidad─ de la mirada. De mi mirada. De en qué cosas se entretiene mi curiosidad, de cuáles son mis devociones. Dice mi hermano Óscar Esquivias en el prólogo que este libro es, en cierto modo, un devocionario, en el sentido de que refleja e intenta compartir esas cosas queridas, buscadas, acariciadas, frecuentadas, recreadas, amadas, en definitiva, por mí. Las cosas en las que se fija mi atención, esa atención infinita que es uno de los nombres del amor.
         Me asomo a la ventana y pasa un ángel. No vemos lo que vemos, sino lo que somos, dice Fernando Pessoa. Y a veces no nos queda otro remedio que bajar ─que subir─ y seguir por la calle ─por el aire─ la estela de ese vuelo…
           Si estuvierais por aquí, acercaos.


Eduardo Fraile
(fotografía: Txema Ruiz de Gordejuela)

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