sábado, 17 de marzo de 2018

Imán y poeta


(Habitación de hotel. Interior/noche)

IMÁN:  Pues sí que me tenías ganas, ¡uf! Quieto, descansa un poco. Va a amanecer
dentro de media hora. Luego pedimos que nos suban el desayuno.
POETA:Me comería un par de jabalíes, o mejor dos gacelas de las que pastan en los
valles de … ¿De dónde eran los valles del Cantar de los Cantares?
IMÁN:  Ay, poeta, ya sabía yo que manejarías tu lanza igual de bien que la pluma, de lo
que me has dado cumplida satisfacción.
POETA:Mejor no nos dormimos, sigue hablándome. ¿Hasta cuándo podemos quedarnos?
IMÁN:  Si quieres ampliamos la reserva y nos quedamos durmiendo todo el día, salimos
para cenar y volvemos a que termines de saciarte de mí.
POETA:¡Vale, perfecto!, pero no creo que me baste con dos noches.
IMÁN:  Confórmate por ahora. Ya te veía yo necesitado de saber lo que es bueno. Estoy
acostumbrada a notar en mí el deseo de los demás, pero el tuyo era distinto: un
bloque de estupor, un cubo de hormigón armado, como los de las escolleras.
POETA:Y entonces decidiste cortarte la trenza y vender tu vellocino de oro. Aunque con
el pelo así estás incluso más apetecible.
IMÁN:  ¿Y te imaginabas que debajo del abrigo…? Para, espera, vamos a… ¡No! ¡Sí!
¡Ay! Lueg…


Eduardo Fraile




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