sábado, 12 de mayo de 2018

Ana Ruiz, Ché, Asun


Ana Ruiz (novia de Tony por entonces)
Terraza de La Luna. 13h. Sol de mediados de junio de 2015

                Se me hace difícil no recordar de golpe aquellos días, teniéndote aquí. Qué casualidad encontrarnos en esa presentación de Tino Barriuso, aunque yo te he seguido la pista desde lejos. Sales mucho en los periódicos. Cuando hace diez años o así fui a que me firmaras Teoría de la luz, en la Feria del Libro, no me reconociste. Si no te llego a decir nada… La verdad es que el tiempo te ha tratado bien. Bueno, no bien. Se ve que has sufrido lo tuyo, pero estás muy… Seguro que se te rifarán las jovencitas, menudos putones están hechas. Si lo sabré yo, que me dedico a la enseñanza. Pues sí, ya ves, en un Instituto de aquí, al cabo de los años. Hace mucho que no sé nada de Tony. Uf. De repente se me ha venido todo a la cabeza, desde que nos vimos ayer. No he dormido nada esta noche. Por eso llevo las Ray Ban. Quita, que no quiero que…

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Ché (Jesús Mª García Pérez), propietario del Café El Minuto
Barra de El Minuto, 11:30h de la mañana

            Él viene por aquí casi todos los días sobre esta hora. Suele sentarse en esa mesa de la cristalera, si está libre. Es un momento de mucha animación, según épocas. Si los alumnos de la Escuela de Arte vienen en el recreo, casi no damos abasto, y somos tres en la barra. No, no se queda mucho tiempo. Lee un periódico, a veces, raramente, saca un cuaderno de la cartera y toma unas notas. Otras veces se queda como mirando hacia dentro, esa manera que tiene de estar aquí pero a la vez en otra parte (y sobre todo en otro tiempo). Como cuando le conocí en la primera época de La Luna. Nosotros íbamos mucho a aquel café, éramos unos críos, como estos de la Escuela, y nos fijábamos en él. Siempre estaba rodeado de chicas, a cual más guapa, pero parecía no hacerlas mucho caso, como si estuviera pensando en otra que precisamente no estuviera allí. Es un honor tenerle ahora en mi propio Café.

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Asun/ Madreselva
Floristería Madreselva en su actual ubicación de la Calle del Santuario. Interior/día.

            A La Luna íbamos mucho mi amiga Rosa y yo. Nos gustaba ver al poeta entre sus musas, o mejor en soledad. Luego ya decíamos Eduardo, simplemente. Yo le tejí un jersey de lana. Me da un poco de vergüenza decirlo. Quizá sí me hacía tilín, y hablé con él varias veces, y quizá hubiéramos podido darnos una oportunidad. Pero no sucedió así. Yo también le gustaba, estoy segura, pero creo que él tenía la cabeza en otra parte. Yo luego puse una floristería en la plaza de la Cruz Verde, e incluso tuve que hacerle ramos de rosas para otras (y algunas de esas otras eran amigas mías). He leído alguno de sus libros, pero el que más me gustará siempre es Nopoema. He ido también a alguno de sus recitales. Ahora mi floristería está en esta calle, hace ya años que no me encarga ramos de flores para chicas. Sólo alguna planta para su estudio, o rosales para el jardín de Castrodeza, al comienzo de cada primavera…

Eduardo Fraile

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